Indiferencia adquirida
La indiferencia, como mecanismo de defensa, que ha comenzado a aparecer entre los venezolanos con respecto a temas tan fuertes como la muerte y la tortura son uno de los fenómenos más graves que suceden en este país latinoamericano.
Los muertos por la violencia de la delincuencia y por la violencia política comienzan a pasar por debajo de la mesa y no hay una reacción considerable del pueblo venezolano y tampoco, como es de esperarse, de las autoridades gubernamentales.
La clasificación salvaje que encasilla a muertos por la delincuencia, por enfrentamientos con los cuerpos de seguridad, o bien en los fallecidos del gobierno o de la oposición hacen pensar que Venezuela se ha convertido en una nación de bárbaros, en donde la gente puede dormir tranquila aun cuando sabe que 45.000 personas murieron en los últimos cinco años por la delincuencia o por los ya cientos de víctimas que sufren en carne propia los embates de la detestable crisis política.
Impresiona ver cómo son insuficientes los mecanismos para detener este avance letal y la morbosa indiferencia que ha infectado nuestras conciencias. No es suficiente el mensaje mediático, no es suficiente hablar, gritar, protestar o marchar. No basta con las cartas de los organismos internacionales escandalizados en una actitud pasiva y prácticamente inservible. ¿Será suficiente cambiar de gobierno para que esto termine? No, es necesario cambiar la manera de pensar de muchos con respecto al tema de la muerte. A estas alturas me parecen vacías las palabras del secretario general de la OEA, César Gaviria, cuando exclamaba admirado que al pueblo venezolano le dolían sus muertos. Creo que cada día nos duele menos todos, creo que cada vez somos más apáticos y menos exigentes con nuestro entorno y con nosotros. Así no habrá ningún cambio.
Los muertos por la violencia de la delincuencia y por la violencia política comienzan a pasar por debajo de la mesa y no hay una reacción considerable del pueblo venezolano y tampoco, como es de esperarse, de las autoridades gubernamentales.
La clasificación salvaje que encasilla a muertos por la delincuencia, por enfrentamientos con los cuerpos de seguridad, o bien en los fallecidos del gobierno o de la oposición hacen pensar que Venezuela se ha convertido en una nación de bárbaros, en donde la gente puede dormir tranquila aun cuando sabe que 45.000 personas murieron en los últimos cinco años por la delincuencia o por los ya cientos de víctimas que sufren en carne propia los embates de la detestable crisis política.
Impresiona ver cómo son insuficientes los mecanismos para detener este avance letal y la morbosa indiferencia que ha infectado nuestras conciencias. No es suficiente el mensaje mediático, no es suficiente hablar, gritar, protestar o marchar. No basta con las cartas de los organismos internacionales escandalizados en una actitud pasiva y prácticamente inservible. ¿Será suficiente cambiar de gobierno para que esto termine? No, es necesario cambiar la manera de pensar de muchos con respecto al tema de la muerte. A estas alturas me parecen vacías las palabras del secretario general de la OEA, César Gaviria, cuando exclamaba admirado que al pueblo venezolano le dolían sus muertos. Creo que cada día nos duele menos todos, creo que cada vez somos más apáticos y menos exigentes con nuestro entorno y con nosotros. Así no habrá ningún cambio.
4 comentarios
khandika -
Solo digo que esto se cae a pedazos y nadie parece darse cuenta. Ya Baroja lo dijo en su momento: la politica es un juego sucio de compadres.
Gabriel T. Pérez -
Raquel -
Gracias por el link
alone -