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Cualquier vaina

Munich

Munich La violencia entre israelíes y palestinos parece absurda, como cualquier violencia, como cualquier conflicto que se tenga que resolver con la muerte.
Así por lo menos pareciera quedar expuesta en el film de Steven Spielberg, quien nos trajo un film trágico acerca de la tragedia de 1972 cuando en plenos Juegos Olímpicos el grupo terrorista palestino Septiembre Negro asesinaba a 11 atletas israelíes.
Más allá de la triste puesta en escena de Spielberg, que por momentos parece tratar de sacar un drama de una piedra, la película nos trae una reflexión interesante relacionada con la situación política venezolana.
El conflicto entre palestinos e israelíes ya tiene varias décadas, en su versión reciente. La realidad es que es un conflicto de siglos. Sin embargo, ¿qué relación pueden tener los países suramericanos con esta crisis que, literalmente, se encuentra al otro lado del mundo?
Ya en los setenta vimos como un personaje se convertía en figura pública por participar en estas masacres: Ilich Ramírez, “El Chacal”. Venezolano, porque nació aquí, a este individuo se le responsabiliza por la comisión de unos ochenta homicidios y un sinnúmero de actos terroristas.
“El Chacal” comenzó a formar parte de la escena pública mundial el 27 de junio de 1975, cuando asesinó con una pistola automática de fabricación rusa, a dos policías en París.
Miembro del Frente Popular para Liberación de Palestina, -organización izquierdista responsable por centenares de muertes en Europa y el medio oriente, en la década de los 70- Ramírez tuvo su momento de gloria en diciembre de 1975 cuando, vestido como el Che, secuestró a once ministros de la OPEP.
En 1999, Hugo Chávez tuvo entre sus primeras atenciones, como Presidente de la República, la de enviarle una carta directa a este personaje, así como la de ordenarle a un canciller que le hiciera favores a la familia y de exponer en el Grupo de los 8 que “revisaría la forma en que fue capturado” el terrorista.
Hoy nos conseguimos una serie de comunicados que le piden al inteligente presidente que se retracte de su “mensaje navideño”, el cual fue considerado antisemita por la comunidad judía. Además, tendremos como país la amabilidad de recibir y aupar a los miembros de HAMAS, movimiento de reconocida y confesa violencia que ganó las elecciones palestinas en Gaza, luego de la caída del partido del fallecido Arafat.
No es justo para el mundo que el dolor que han sufrido las comunidades palestinas y judías por tanto tiempo sea una bandera política e irresponsable para que un mico como Chávez trate de hacerle cosquillas al “imperio”. Qué vergüenza.

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